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Llega San Isidro y qué mejor momento para dar un capricho al paladar. Y una manera acertada de hacerlo sería con dulces clásicos madrileños por estas fechas, como las rosquillas tontas y listas. Es probable que quien no sea de Madrid se pregunte de dónde proviene ese nombre. Es muy simple, su nombre procede de su receta que es muy sencilla y que cualquiera que tenga un mínimo de destreza puede preparar.
En primer lugar, sofríe en el aceite de oliva virgen extra la cascara de limón durante cinco o diez minutos. A continuación, apártalo del fuego y déjalo enfriar. Después, prepara una masa homogénea que te servirá de base para dar forma a todas las rosquillas. Para ello, tan solo tienes que mezclar y amasar la harina, los huevos, el aceite que antes hemos sofrito con el limón y un poquito de anís. Acto seguido, deja reposar la masa en un bol al fresco durante al menos una hora.
Con esto bastará para tener a punto la masa de las rosquillas. Puedes emplear esta base para preparar distintos tipos de rosquillas: listas, tontas, de Santa Clara o francesas. Usar utensilios de calidad como un bol grande, un batidor de varillas, una espátula o un tamizador te garantiza óptimos resultados. Una vez que hayas moldeado las rosquillas, colócalas en una bandeja e introdúcelas en el horno. Procura que el horno haya sido precalentado previamente a 180-200 grados.
Como se podría imaginar por su sobrenombre, son las más fáciles de elaborar. Basta con moldearlas con forma de donut, es decir, con un agujero en medio, y meterlas en el horno.
Eso sí, procura que el agujero interior sea bastante generoso, pues las rosquillas irán aumentando de volumen mientras permanezcan en el horno. También puedes aplicarles una última capa de huevo con aceite de oliva virgen extra por encima para que adquiera sabor.
El toque especial de las rosquillas listas se lo aporta su típico glaseado. Esto incide en que su elaboración resulte un tanto más compleja, lo que podría asociarse a su nombre. Antes de meter las rosquillas en el horno, solo tendrías que glasear la parte superior con zumo de limón, huevo y azúcar.
Esto favorece que sean unas rosquillas más esponjosas y jugosas. Al sacarlas del horno, apreciarás esa capa blanquecina glaseada y azucarada por encima de las rosquillas.
A las rosquillas tontas y listas se suman las rosquillas francesas. Su originalidad radica en que están cubiertas con una base similar a la de las rosquillas listas, pero se le agregan almendras en grana. Estas rosquillas se distinguen al instante por su característico aspecto granulado inconfundible.
Y para completar esta propuesta tenemos las rosquillas de Santa Clara. Su peculiaridad reside en que están recubiertas con un "baño blanco", elaborado a partir de una espesa capa blanquecina preparada con azúcar, agua y almíbar de hebra gorda.