En primer lugar, mezclar un poco de leche tibia -aprox. 100 ml- con 2 o 3 cucharadas de la harina de fuerza. Añadir la levadura fresca desmenuzada y remover para mezclar. Tapar y dejar fermentar (tiene que formar una especie de espuma) por 1 hora en un lugar cálido.
Una vez esta masa de arranque ha fermentado, coger un bol grande, añadir la harina e ir agregando el resto de los ingredientes en este orden: sal, azúcar, ralladura de limón y naranja, el agua de azahar, los huevos previamente batidos, la leche restante y la masa de arranque, removiendo un poco después de agregar cada ingrediente para que se vayan mezclando. Por último, agregar el aceite de oliva virgen extra y mezclar bien para obtener una masa homogénea. Sobre la mesa enharinada amasar durante algunos minutos con nuestras manos, si hace falta agregando un poquito de harina para poder trabajar la masa. Formar una bola, colocar la masa en un recipiente tapado con un paño húmedo y dejar reposar durante dos o tres horas en un lugar cálido. Si hace mucho frío o si se quiere acelerar un poco el proceso, calentar el horno a 50°C, apagarlo y poner el recipiente dentro. La masa estará lista cuando haya doblado su volumen.
Coger la masa y volverla a amasar sobre la mesa enharinada. Dividirla en diez bollitos y poco a poco formar los roscones. Tener en cuenta que con el horneado el agujero central se achica bastante, así que si se quiere un roscón con la forma tradicional se debe hacer bien grande. Colocar los mini roscones en una fuente de horno con papel para hornear, volver a cubrir con un paño y dejar reposar nuevamente, hasta que casi doblen su tamaño.
Para terminar pincelar con huevo batido, decorar a gusto y llevar al horno precalentado a 180°C por unos 20 minutos, estarán listos cuando estén dorados. Retirar, dejar enfriar y cortar a la mitad para rellenarlos con nata, crema pastelera o con el relleno preferido.